Los lunes todo es raro.

Hoy la colaboradora sevillana se encuentra estudiando porque piensa que así podrá burlar el paro. Pero como no soy quién para juzgar el sueño americano de una compañera, actualizo con algo que todas entenderemos (y hablo en femenino porque la generalización es cierta, somos unas cotillas de mierda).

¿No sabéis esos fines de semana en los que todo es extraño? Todo ocurre rápido y a ti ni siquiera te da tiempo a emborracharte. O sí, no se, no me meto con la velocidad de beber que tiene cada uno. Pero por casualidades del destino, en tres días terminan ocurriendo cosas y cosas y más cosas y como es de esperar, la comunicación entre amigas esos días se vuelve más dificil y tienes que esperar hasta el lunes para poder contar cada una lo que sea que le ha ocurrido.
Hoy ha sido uno de esos días. Y como un regalo del cielo nos ha venido la recuperación de lengua que casualmente ninguna de las implicadas en el cotilleo tenía que hacer (para que luego digan que no damos un palo al agua). Así que el resultado ha sido sentarnos las seis juntas en una esquina de la parte trasera de la clase ya que, como dice la leyenda, las partes traseras de las clases están insonorizadas, porque una vez ahí nos creemos que al sacar el tambor, colgarnos de las cortinas y reirnos de lo ajeno no hacemos ruido.
El caso es que hemos sido consideradas con los que estaban en examen. Y hemos sacado un folio que supuestamente deberíamos ir pasando para ir escribiendo lo que nos ha pasado. Pero como no sabemos resumir, ni hablar, mucho menos escribir, y no sabemos ni por dónde nos da el aire, hemos terminado escribiendo la primera burrada que se nos ha puesto en esa cosa que tenemos por cerebro. Después han llegado momentos de sensatez, en los que hemos escrito cosas y hemos ayudado a otras con sus respectivos dilemas. PERO CLARO, eramos seis tías: doce cromosomas X. Nos saturan las ganas de hablar y las cosas que tenemos que contar, así que en un acto de brillantez, alguien ha sacado otros dos folios. Consecuencia: una conversacion a tres bandas con insultos, chorradas, momentos de seriedad, chorradas volumen II, nombres falsos, "shh no habléis en alto, que para algo tenemos folios", ataques verbales por papel... En fin, lo mínimo a lo que se puede llegar en una hora.
Lógicamente, no hemos obtenido respuesta a nuestras preguntas, las historias han sido contadas por fragmentos, y como la gente está sorda, o ciega, o loca, yo qué se, hemos dejado lo de hablar para el intermedio.
Ahí es cuando ha llegado el MOMENTO DE BRILLANTEZ Nº 2: "¡Hostia! ¡Que están de examen, no tenemos intermedio!"
FUCK. Lo dejamos para el recreo entonces, concluyendo en el MOMENTO DE BRILLANTEZ Nº 3: "Que los de francés se van al teatro a las 10:40 y no vuelven hasta las 12:30". De modo que se han ido dos de las implicadas, todo esto sin contar a las otras cuatro implicadas que son de ciencias.
Al final, a la hora de comer, estando todas juntas las científicas y "las de letras que se meten ahí por no ponerse a trabajar a los dieciséis", hemos intercambiado historias y nos hemos quedado igual. Pero al menos todas saben la historia de cada una. Y ahora es cuando yo me pregunto: ¿Para qué tanta hostia si no hemos llegado a ninguna conclusión? Las que tenían dilemas a las 8:30 los seguían teniendo a las 16:30, las que tienen aventuras de fin de semana con desconocidos o conocidos siguen con los números de los respectivos tíos, y las que querían saber las historias de las demás tienen la misma patética vida que antes, pero con un 0,7% de la memoria ocupada con un cotilleo que no aporta nada a su formación como persona. ¿Era necesario malgastar tres folios en esto?:


¿Y las risas que nos hemos podido echar escribiendo todo eso "para no hacer ruido"?
Sólo puedo decir EKISDÉ, somos unas pavas, no tenemos cerebro y somos todo eso que dicen en el telediario cuando hablan de adolescentes, botellones y móviles en las aulas. Y somos felices.